miércoles, 5 de octubre de 2011

El empujón.

Hay veces que necesito un empujoncito para vivir por así decirlo. No exageremos tampoco, hablo nada más y nada menos de un estímulo o un cambio.
Hace una semana que me viene doliendo la panza por que me esta por venir y esto involucra hormonas, horribles cambios de humor, llantos sin sentido y sigue sin venirme. Solo me pasé dos días de la fecha mas o menos estándar. Toda mujer que lea esto sabe la enorme alegría que supone cuando te viene y no estas de novia, el alivio. Quedar embarazada de una amigarche no sería el tipo de estímulo que quiero. De todas maneras todo parece indicar que tarde o temprano me viene y como dijo Malena Pichot cierta vez “felicítenme, otro mes sin quedar embarazada”.
A veces pienso que el verme sola viviendo en otro país o algo así, me haría si o si dejar de sentirme cómoda con todo y moverme (o al menos activamente mas de lo que hago ahora). Me siento estancada, quiero un cambio y no es que no haya avanzado en lo que hago sino que no lo siento suficiente, hay un clik que me falta dar.
Hace un año terminé una relación de dos años con un novio bueno, decente, tolerante, divertido, y completamente diferente a mi. Mi empujón lo había localizado en él y dios mío! me debe haberme amado porque yo estaba loca loca. Era la primera vez que tenía relaciones con alguien y evidentemente mi miedo de quedar embarazada era mayúsculo. Como se habrán dado cuenta las hormonas me afectan seriamente así que si mezclamos síndrome pre-menstrual con miedo a embarazo y un carácter peculiar obtenemos la peor combinación de atrasos, nervios e histeria. Al tiempo de salir con él nuestros lazos se afirmaron y empezamos a tener planes a futuro (lejos de realizarse, pero ambiciosos) queríamos vivir juntos y casarnos, nos comprometimos con solo 18 años y fantaseamos a lo loco. Vale aclarar que nuestros padres por ambos lado se habían casado jóvenes, cuestión que no nos parecía mala idea hacer lo mismo así que prometimos a las 21 estar casados.
Pasó el tiempo y me fuí sintiendo “cómoda” y los 21 se convirtieron en 22, los 22 en 24 y los 24 en “cuando queramos casarnos lo hacemos, sin presiones.” El vivir juntos se transformó por mi parte en un “primero quiero vivir sola, o viajar.” Mi estímulo no venía por ese lado entonces… No sabía que hacer y decidí empezar de nuevo, centrarme más en mi trabajo. A los 20 años ya estaba soltera y ocupaba un lugar en dos orquestas diferentes (una estudiantil, otra profesional, si bien con eso no hago un buen sueldo). Acá estoy estudiando violín y sigo sintiendo que me falta algo si bien lo tengo todo.
¿Qué me falta?

No hay comentarios:

Publicar un comentario